Lectura: Marcos 9:14-29
"E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad."
Creo, ayuda mi incredulidad!, alguna vez confesaste tu incredulidad a Dios como lo hizo este hombre? , así fue como respondió el padre de este muchacho endemoniado a Jesús, esperanzado en que él lo pudiera liberar, sus discípulos habían fallado, el padre del muchacho expresa su fe, quizá pequeña, pero genuina, el Señor se encargará de hacer crecerla, entregar a Jesús nuestra incredulidad es la forma correcta de enfrentarlo, todo nuestro pecado, debilidad. Los discípulos no pudieron hacer el milagro porque necesitaban de la oración para mantener el poder que se los había encomendado en Mc 6:7,13, sin la oración cualquier don que hayamos recibido se seca y acaba de morir.
Reflexión:
¡Cuidado! Cualquier servicio al Señor debe empezar con una comunión constante con él, y si no es así acabará siendo infructuosa y vana.
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